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jueves, 10 de febrero de 2011

Mirada a Egipto


Yo ya estaba al tanto de la caldeada situación en Egipto y había seguido las primeras manifestaciones en la prensa. Pero el Viernes 28, me llegó un Tweet que mencionaba la cobertura de Al Jazeera sobre las protestas de Egipto y recordé que en unas conferencias en la Universidad se había hablado sobre este canal y su cobertura de otro hecho trascendente, Tunísia y su “revuelta express” (ahora podemos decirlo). Así que lo busqué en el satélite (ni lo tenía sintonizado) y dispuse todos los elementos en posición, ordenador, satélite y algún snack (sí, presencié un momento histórico como si de una película se tratase, comiendo snacks).

Poco sospechaba yo que me embarcaba en un serial que venía de lejos y que, a día de hoy, aún no está cerrado. Además coincidía en época de exámenes y pensé en lo conectado que está todo hoy en día, si lo que pase a Egipto puede afectar a mis resultados académicos. Pero las revoluciones no atienden a fechas de exámenes y menos las del mundo árabe que han cogido a todo el mundo por sorpresa.

Un poco de backstory.

Primero de todo hay que decir que el Egipto de Mubarak (el de antes de las protestas) ocupaba la posición 138 en el índice de calidad de democracia que realiza periódicamente The Economist.
No hay duda, por proximidad temporal, que el efecto contagio de la revuelta de Tunecina azuzó los Egipcios a tener una propia. Además, parece ser que no hay revuelta sin una clase media que le de el visto bueno e incluso la organice. En ambos casos, un hecho de corte humano actúa como detonante y despierta todas las simpatías y empatías de estas clases: El suicidio a lo bonzo de Mohammed Bouazizi, en el caso de Túnez, y la muerte en manos de la policía egipcia de Khaled Said (quién poseía un video de dos policías traficando con drogas). Ambos hechos convencieron a las clases medias bienestantes que aquello también les podía suceder a ellos. “Todos somos Khaled Said”, reza uno de los grupos en Facebook por el cuál se difundía la información que avivaba la ira de los futuros rebeldes. La muerte de éste joven fue el gatillo que escupió la bala hacia el poder de Mubarak. Sin embargo, los verdaderos motivos por los que se manifestaban los egipcios llevaban años gestándose y sólo se puede culpar al régimen autocrático del país.

Las primeras protestas acaecieron el 25 de Enero en el que se bautizó como “Dia de la Ira”. La gente salió a millares, pero no había prevista ninguna acción más que ésta. El ímpetu del pueblo egipcio fue el responsable del resto, y así lo expresó después uno de los organizadores de la protesta, Ahmed Salah: “Los activistas solo fuimos la chispa, el pueblo puso la gasolina para encender este gran fuego”.

Por la tele

Así, los días 26 y 27 la gasolina fluyó a borbotones y el fuego avivó. De nuevo, una concentración  masiva y organizada fue prevista el dia 28 de Enero, el cuál se bautizó como “Viernes de la Ira”.  Ahí es dónde sintonicé yo.

El dia 26 de Enero tuvo Egipto tuvo su momento “Tiananmen”

El objetivo de los manifestantes en una revuelta puede parecer un tanto fútil: Su misión consiste en estar ahí y gritar clamorosas consignas contra el régimen de Mubarak. La misión de la policía represora, en cambio, es mucho más activa. Durante aquél dia 28, los botes de gas lacrimógeno volaron decididos hacia los manifestantes. El sofocante sol del desierto y el vapor ascendente de los gases configuraban un dantesco cuadro infernal. Los egipcios descendían al infierno por pecados tales como la libertad de expresión y el deseo de una vida mejor.

Hacia las 12 de la noche ya no quedaba ni un policía en la calle y Mubarak anunció un cambio de gobierno. Parecía más bien un intento de mitigar las protestas cómo ya hizo su homólogo tunecino, que un anuncio serio y definitivo. 

Ingenuamente yo esperaba la caída de Mubarak aquel mismo día, tomando cómo precedente los hechos de Túnez. Las revueltas de éste país enseñaron al mundo que un régimen puede ser derrocado en apenas uno días de protestas y en apenas unas horas de concentración multitudinaria y éste es un gran poder. Si ya lo dicen que hoy en día todo va más deprisa, incluso las revoluciones. Pero Egipto no es Túnez y Mubarak no es Ben Alí.

Muchos egipcios vieron en el anuncio del terco Mubarak la lengua de una serpiente que ya les ha engañado muchas veces. Los días siguientes las demandas del pueblo de Egipto no cesaron con protestas que llegaron al millón y medio según The Guardian , el dia 1 de Febrero. Aquel mismo dia Mubarak anunció que él mismo no se presentaría más como candidato a las elecciones de Setiembre.

Los Pro-Mubarak

Durante las protestas varios grupos confluían en un tropel multicolor. La policía tenía la misión de obligar a los manifestantes a la desbandada, pero desaparecieron rápido del cuadro. El ejército paseaba sus tropas y sus tanques como si sacaran pecho o participasen en un inoportuno desfile militar.  Su posición era misteriosa, aunque había indicios de complicidad con los manifestantes.

El dia 2 de Febrero otro grupo irrumpió en el panorama, los partidarios del régimen, los Pro-Mubarak. Nadie sabía muy bien de dónde venían ni porqué aparecían en este momento, pero utilizaban abiertamente una violencia disruptiva en contra de los manifestantes

Los caballos y los camellos se ponen de parte de Mubarak

Hubo informes de uso de armas de fuego según Al Jazeera. La dinámica de los días violentos era muy parecida. Por las mañanas había timoratos enfrentamientos entre los dos grupos con palos, cuchillos y piedras que se alargaban hasta que ambos grupos desafiaban el toque de queda. Entonces, el sol traidor se escondía detrás de los edificios y abandonaba a los manifestantes a su suerte. Reinaba la oscuridad, por regocijo de aquellos que intentan esconder sus actos con la noche. En estas circumstancias se cometían los peores actos: Balas anónimas para ciudadanos anónimos. Muchas luces fugaces guarnecían los cielos, sólo que esta vez no eran estrellas que guiaran el camino, sino Cocktails Molotov arrojados des de los edificios que creaban caos y confusión. 

Al Jazeera informó que muchos de los feroces Pro-Mubarak tenían identificaciones de policía, una nueva muestra de la doble cara inherente a la dictadura, la sonrisa hacia el exterior y la represión entre bastidores. A la luz de todo esto, el ejército se vio forzado a abandonar su sibilina posición. Protegió a los manifestantes con tanques, aunque sólo en algunos momentos de tensión. Los militares parecían seguir en status quo como si  fueran los árbitros de una partida de ajedrez.

El 4 de Febrero, los manifestantes se reunieron una vez más en el llamado “Dia de la despedida” una vorágine iracunda final que pretendía ser el remate del pueblo a  Mubarak. Esa misma mañana el deslegitimado presidente anunciaba que estaba harto del servicio público (si, parece ser que recortar libertades cansa) pero que si se iba ahora reinaría el caos.

El Enfriamiento

Después de ese día parece que el pueblo Egipto ha recaído en el ensimismamiento y menos egipcios resisten a modo de bastión en la famosa Plaza Tahrir, corazón de Egipto, que durante unos días perteneció por completo a su pueblo. El mundo ya no fija su mirada a Egipto, yo ya no fijo mi mirada  a Egipto y los hashtags #egypt y #Mubarak ya no son Trending Topic en Twitter. Eso sí, esperamos el goteo informativo habitual para saber si las promesas se cumplen y estamos atentos a cualquier noticia de malestar en los países árabes vecinos.

Edito: Leo en el País que para mañana se ha convocado otra manifestación multitudinaria. Parece que los Egipcios no se rinden.

EEUU

EEUU cuya diplomacia parece llevar la voz cantante, mira cualquier cambio global con recelo. Da la sensación que tanto la cruzada de Wikileaks como las revueltas árabes han sido como una bomba al castillo de naipes que es ahora la política exterior americana.
La titubeante respuesta inicial del gobierno estadunidense evidencia la encrucijada en que se encuentra. Por un lado, sus glorificados documentos fundacionales (véase Declaración de Independencia, Constitución) no pueden parecer papel mojado, apoyando públicamente un dictador. Por otro lado, en el mundo real, los valores son esclavos del pragmatismo y Mubarak asegura la secularidad del país, mantiene la Paz con Israel y permite la libre (y liberal) circulación de petróleo por el canal de Suez.
El filósofo esloveno Slavoj Zizek habla de la hipocresía de las democracias occidentales

Conclusiones generales y generacionales

La continuidad de Mubarak convierte el caso egipcio en una revolución a medias.  Personalmente, siento como si el pueblo de Egipto hubiera serrado la pata del trono del encastillado Mubarak y éste se hubiera tambaleado peligrosamente pero recuperado el equilibrio hacia el final.

Aún así tan el caso egipcio como el tunecino representan un paso agigantado hacia la libertad en los países árabes y refuta las teorías neoconservadoras que dicen que la libertad en oriente medio debe ser impuesta. Es como si de pronto hubieran dado un paso de unos 30 años en materia de libertades.

A menudo olvidamos aquí en Occidente que detrás de cada derecho que poseemos o detrás del cuál no escudamos existe una revolución parecida a la de Egipto y sangre, mucha sangre. La lucha presente del pueblo Egipcio es nuestra lucha pasada. España mismo ejemplifica que no hay que remontarse muy lejos en la historia para establecer algún paralelismo con Occidente.

Finalmente, las conclusiones generacionales. No recuerdo haber presenciado unas revueltas de tal calibre que significaran un desbarajuste continental y global. La caída del muro de Berlín – a las revueltas egipcias se les ha llamado la caída del muro de oriente - me cogió demasiado joven.

Hemos vivido guerras de carácter étnico (Balcanes) y otras gestadas en despachos y prácticamente ejecutadas en un ordenador des de la retaguardia (Iraq). Pero, para mi generación las palabras revuelta y revolución son hechos consabidos del pasado cuyo eco resuena engrandecido y que provoca un cosquilleo ensoñador que no sabemos muy bien hacia dónde dirigir. En respuesta, nos compramos chapas del Che, pero no sabemos qué significan. Ahora ya sí.   


En Twitter he seguido: 
@tarekshalaby (Tarek Shalaby es un activista de El Cairo ejemplo de la clase media qualificada)
@shadihamid (Analista político de Oriente Medio)
@SultanAlQassemi (Columnista de The National) 

Todo lo que no sale en la tele de Joan Roura (enviado especial de TV3)

Y un par de imágenes para el recuerdo: 


Los cristianos protegen a los musulmanes mientras los últimos rezan


 Muralla humana enfrente del Museo del Cairo. Los egipcios protegen su historia milenaria